Desde un punto de vista biológico, las mujeres tienden a engordar más que los hombres. La culpa la tienen las hormonas. Mientras que las masculinas favorecen el aumento de la masa muscular y la reducción del nivel de grasa, las femeninas fomentan el almacenamiento de grasa. Así es que normalmente las mujeres tienen más grasa y menos masa muscular que los hombres. Generalmente, los hombres queman aproximadamente una media de 50 calorías por hora más que las mujeres.

Podemos considerar que esta realidad fisiológica es injusta para la mujer, sobre todo si tenemos en cuenta la presión social a la que está sometida. Nos guste o no, ellas tienen la necesidad, la obligación, de tener un cuerpo diez. Los hombres, en cambio, pueden echar tripita y no darle mayor importancia, considerarlo algo anecdótico o gracioso.

Pero la solución no está simplemente en recurrir a dietas o, peor aún, a las “dietas milagro” que las revistas femeninas publican para rellenar unas cuantas páginas (la de la manzana, la de la…). Una dieta equivocada no lleva más que a un desequilibrio, a un vaivén de peso que debilita el metabolismo.

Hay que hacer deporte, amigas, el único método para conseguir una buena figura.